Jólasveinarnir, los trece muchachos de Yule en Islandia

21.12.2023

Llamados los trece muchachos o los trece trolls, son personajes del folclore islandés que durante trece días simbolizaban los miedos de los islandeses de los siglos pasados, en su época más dura, el invierno.

Los trolls son propios de la mitología de los países nórdicos, apareciendo en las sagas del S.XIII, y compartiendo los rasgos de los ogros europeos continentales. Generalmente eran caracterizados como malvados y violentos, si bien el mundo moderno los ha ido suavizando. No deben confundirse con los duendes navideños del resto de Escandinavia (es que acostumbran a verse como decoración con su característica barba y gorro en punta) que son seres benéficos y protectores durante estas fiestas, a los cuales se convida. En Islandia los muchachos de Yule no tienen nada que ver con estos.

Empecemos por conocer a su madre. Gryla es un ser monstruoso que vive en Dimmuborgir ("fortaleza de la oscuridad"), una zona montañosa con escapes de sulfuro en el norte de Islandia. Con el tiempo se convirtió en la madre de los trece muchachos de Yule, pero sus inicios fueron mucho más espeluznantes. En las noches bajaba de las montañas y se dedicaba a raptar niños para cocerlos en su caldero gigante y comérselos. Enseguida se convirtió en el medio perfecto para asustar a los niños y que estos se portarán bien durante las primero laboriosas y después aburridas temporadas de frío. Gryla era tan temida que incluso aparece mencionada en un decreto del S.XVIII que prohibía que en adelante fuera usada para meter miedo a los niños. La figura de Gryla sigue siendo tenebrosa, sin embargo, su persecución se centra en la actualidad en los niños malos, y en las fechas navideñas. Sin embargo, si los niños se arrepienten de verdad, pueden salvarse, ya que la ogresa no tendrá interés y los liberará.

Según la mitología, Gryla vive en una cueva con su tercer marido, Leppalúði, el cual es bastante perezoso y sumiso con su esposa, y tienen por mascota un gigantesco gato, el gato de Yule o Jólakötturinn, que ayudaba a cazar a los niños. Este gato parece un personaje folclórico posterior, ya que con el tiempo se "especializó" en devorar y castigar a la gente que no tenia ropa nueva por navidad, o mejor dicho, que no usaba la ropa nueva que se le habia regalado en estas fiestas. Los primeros testimonios que se tienen de este gato son del S. XIX, a través del folclorista Jon Àrnasson, que simplemente lo describe como un monstruo de invierno. Arqueólogos y folcloristas han interpretado a este gato como el aliciente para que la lana de ovejas y cabras estuviera recogida y trabajada antes de la llegada del invierno. A principios del S.XX, con la obra Jolin kóma (Se acerca la Navidad) del poeta Kötlum, el gato de Yule se convirtió firmemente en una figura navideña en Islandia. Puesto que en la actualidad no todo el mundo recibe ropa como regalo, el gato en lugar de gente ahora se come sus dulces navideños, como escarmiento por "no tener ropa nueva que lucir".

Llegamos por fin a los Jólasveinarnir. Los hijos de Gryla son trece, y como decíamos al principio del artículo, simbolizan los temores más lógicos de las gentes rurales de la Islandia. Reciben el nombre de Jólasveinarnir o Yule lads, los muchachos de Yule, aunque en realidad se los presenta adultos, incluso ancianos. De estos hijos no se dice que sean gigantescos, y además están bastante caricaturizados, incluso por sus nombres. Bajan durante los trece días previos a Yule o Navidad, uno a uno, y se van progresivamente.

El primero en bajar de la montaña lo hace el día 12 de diciembre, y se llama Stekkjarstaur, el tonto del redil. Tiene dos patas de palo tiesas y se dedica a acosar y asustar a las ovejas. Las ovejas eran uno de los principales sustentos, si estás escapaban en invierno, la comunidad se quedaría sin recursos. Se va el día 25.

Tras él, el día 13 baja Giljagaur, el tonto de la zanja. Se esconde en zanjas y huecos pequeños para colarse en los establos y beber la leche de las vacas. Las vacas pertenecían a clases altas, sin embargo, su leche era repartida entre la comunidad para infinidad de recetas, la carencia de leche era un grave problema en el invierno. Se va el día 26.

El día 14 baja Stúfur, el achaparrado. Más bajito que todos los demás y regordete, roba las sartenes para comerse la costra de comida que pueda quedar en ellas. El problema no es que Stúfur se coma los restos quemados, el problema es que las sartenes en Islandia eran un lujo de importación!. Se va el día 27.

El día 15, es el turno de Þvörusleikir, el lamecucharas. Está desnutrido y extremadamente delgado. Se dedica a robar las cucharas tradicionales islandesas, Þvörus, y a lamerlas para comer lo poco que quede en ellas. Las cucharas tradicionales eran importantes no sólo porque cada miembro de la familia tenía la suya, sino porque eran el utensilio más utilizado en la cocina. Probablemente se trate de una advertencia a no dejar las cucharas limpias, ya que atraería alimañas. Se va el día 28.

El día 16 baja de la montaña Pottaskefill, el rasca ollas. Roba las ollas en las que han quedado restos de estofado y otra comida y las rasca hasta la última gota o migaja. Las ollas también eran caras, pero en este caso parece más una advertencia a no desperdiciar nada de comida en estos tiempos duros. Se va el 29 de diciembre.

Askasleikir, el lamecuencos, baja el día 17. Se dedica a esconderse debajo de la cama de los niños para robarles sus askur, unos cuencos típicos islandeses, con tapa. Puede ser una advertencia de no dejar comida debajo la cama, o de no comer por la noche. Se va el día 30.

El día 18 de diciembre baja Hurðaskellir, el "portazos". Se dedica a abrir y cerrar puertas por la noche, creando un gran escándalo. Obviamente asusta a los propietarios de la casa, que no saben si las puertas se han abierto por un fuerte vendaval, o si ha entrado un extraño o un ladrón en la casa o el establo. Se va el día 31. No parece coincidencia que el último día del año sea el de abrir y cerrar puertas...

El día 19 es el turno de Skyrgámur, el devora skyr. El skyr es un tipo de queso fermentado y cremoso, parecido al yogur, que hoy día puede encontrarse fácilmente en la mayoría de países escandl inavos, e incluso en grandes supermercados de otros países, aunque parece originario de Islandia. Todas las granjas islandesas producían skyr y lo almacenaban en barriles durante el invierno. Quedarse sin skyr suponía a perder uno de los principales alimentos para pasar el invierno. Se va el día 1 de enero.

El día 20 baja Bjúgnakrækir, el ladrón de salchichas. Se esconde entre las vigas de las casas y las despensas para robar las tiras de salchichas y otros ahumados. Al igual que con el skyr, estos alimentos suponían unas reservas para subsistir en los tiempos fríos ni su desaparición era una pérdida importante. Se va el día 2 de enero.

El día 21 baja Gluggagægir, el que espía por las ventanas. Su intención es averiguar qué puede robarse de cada casa, y simboliza el temor a los ladrones de paso o a las habladurías y comparaciones de los vecinos. Cualquiera de las dos cosas puede convertirse en un problema cuando no se puede salir de la ciudad a causa del frió y la nieve. Es importante cerrar las ventanas y cubrirlas con cortinas pesadas para mantener la intimidad y el calor. Se va el día 3 de enero.

El día 22 es el turno de Gáttaþefur, el olfateador de portales. Su mayor característica es que tiene una nariz descomunal, lo que le permite oler los deliciosos panes laufabrauð y robarlos. Estos panes son tradicionales de Islandia y sobre todo en la época de navidad eran el complemento idóneo para comidas iinvernales, su desaparición sería un golpe a la mesa de estas fiestas. Se va el día 4 de enero.

Ketkrókur, el "engancha carnes", llega el día 23. Al igual que su hermano el robasalchichas, este troll se mete en las despensas y las cocinas, con el objetivo de robar las carnes que se están ahumado, secando o en salazón. Como estas se encuentran en lo alto, utiliza un gancho para clavarlo en las piezas y llevárselas sin que caigan al suelo y por tanto le puedan descubrir. Sobra decir la importancia de estas carnes para pasar el crudo invierno. Se va el día 5.

Por último, el día 24 llega Kertasníkir, el robavelas. Las velas en Islandia tenían un valor añadido en el invierno. En primer lugar antiguamente estaban hechas en su mayoría de sebo, motivo por el cual Kertasníkir se las comía. En segundo lugar, en Islandia, la lectura siempre supuso la salvación del aburrimiento en estas épocas frías, por lo cual las velas para iluminar eran un preciado tesoro. Sobre todo a raíz de la segunda guerra mundial, las fiestas de Navidad se convirtieron en la Jólabókaflód, la inundación de los libros de Yule, y aún hoy dia los libros son el regalo estrella. Se va el día 6. Merece la pena señalar que en muchos países las fiestas navideñas terminan también el día, perdiendo el 25 importancia. El último día de navidad se llama Þrettándinn, "el trece" (trece después del 24), y se preparan fuegos artificiales y hogueritas, así como cabalgatas de la marcha de los trece muchachos de Yule.

Lo que hoy pueden parecer travesuras, en su momento suponían imágenes de verdadero pánico, así como aleccionadoras para la supervivencia en el crudo invierno. Hoy en día son personajes que hacen regalos a los niños buenos o les dejan patatas podridas a los malos. Se considera que a pesar de su edad son seres traviesos y juguetones, y que sus travesuras no consisten en dejar sin sustento a un pueblo entero, sino sólo asustarlos un poco.

En Islandia hay muchas actividades navideñas y turísticas para conocer en persona a los muchachos de Yule. Algunas de ellas tienen lugar cerca del lago My'tvan, cerca del cual se encuentra la fortaleza de su madre Gryla. Allí los "trece papanoeles" islandeses reciben a los niños, escuchan sus deseos y les premian con pequeños detalles. En la actualidad, como si fuera un calendario de adviento, se sigue la tradición de que baja un muchacho de Yule cada día antes de Navidad, sin embargo, las propias autoridades se esmeraron en evitar que se acostumbrase a los niños a recibir 13 regalos, dejando claro que estos trolls reservaban el plato fuerte para la noche del 24, y antes solamente dejaban pistas de su presencia (chucherías, adornos, calcetines, guantes...).

Los muchachos de Yule, tienen la suerte de haber sobrevivido a la perdida de la tradición en pos del comercial Santa Claus. Aunque se les llame Papa Noeles o incluso se les vista de rojo, aún conservan la esencia de la mitología antigua y de las fiestas de invierno.

Pietro V. Carracedo Ahumada - pietrocarracedo@gmail.com

Bibliografía:

- Belamger, J. The Fright Before Christmas. Surviving Krampus and Other Yuletide Monsters, Witches, and Ghosts. Red Wheel Weiser ed. 2023

-Raedisch. L. The Old Magic of Christmas. Yuletide Traditions for the Darkest Days of the Year. Llewellyn Worldwide, Limited, 2013.

-Thomas, A. Christmas. A Short History from Solstice to Santa. Ivy Press. 2019.

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