Magia mapuche. El Kalku y la Machi

16.07.2020

La cultura mapuche es originaria de las estepas de Sudamérica, principalmente en la actual región de la Araucanía. A pesar de los esfuerzos, intencionados o no, de todas las sociedades que han pisado tal territorio, lo cierto es que no sólo la cultura, sino la gente mapuche, ha logrado sobrevivir a persecuciones, refugios y exilios. Sería un error considerar que estas transgresiones sociales han tenido lugar exclusivamente por su etnia, "la gente de la tierra", aunque es la primera impresión cuando se los redujo a reservas y se vendieron sus tierras. Lo cierto es que hay todo un universo socio-cultural mapuche que ha chocó profundamente con la visión cristiana de los españoles, y posteriormente con la de las sociedades latinoamericanas entendidas como tal, y sumamente influidas de pensamiento religioso europeo, habiendo abandonado casi por completo las creencias religiosas naturalistas o politeístas de antaño. Los mapuche tienen una visión cosmológica completa, interrelacionada con el resto de individuos, controlada por seres mayores para mantener el equilibrio, pero sin llegar a ser determinista. Por ello, tanto aquél que es capaz de comprender ese equilibrio y manipularlo para mantenerlo, como el que lo rompe llevando a cabo actos considerados ilícitos, comprenden una categoría social que, desde el punto de vista externo, no puede sino relacionarse con la manipulación del entorno invisible, esto es, la magia.

Las creencias y mitologías aquí expuestas no son exclusivas del pueblo mapuche, antes bien, de toda la región chileno-argentina, permaneciendo como su folclore y superstición. No obstante, sí es cierto que es en las comunidades mapuche donde éstas cobraron y cobran hoy en día un valor mucho más real.

Como en todo contexto excluyente, en el cristianismo la magia no es bien recibida; sin embargo, no se tardó mucho en hacer una división según los objetivos que el individuo persiguiera. Tanto el kalku como la machi comparten los rasgos de lo que sería un chamán, desde el punto de vista antropológico, un líder espiritual, con ciertos privilegios sobrenaturales y conocimientos de medicina natural. Su camino o destino queda marcado por dichos privilegios sobrenaturales, esto es, la capacidad de contactar con el mundo divino y espiritual, directamente o mediante visiones despierto -perimontún- o sueños premonitorios -pewma- , así como la capacidad innata de curar enfermedades. A esto puede unirse un küpai o linaje de machi, es decir, que hubiese algún antepasado que ya hubiese sido machi o kalku.

- Machi

La palabra machi no es, en verdad, ni masculina ni femenina, ya que esta función religiosa-mágica puede darse en ambos sexos, pero más aún: aúna en sí ambos géneros, al menos conceptualmente, puesto que forma parte de un mundo ajeno, al mundo físico terreno en el que habitan los seres humanos, el Nag Mapu.

Sobre la prevalencia de un género sobre otro en esta profesión, donde al principio parecían existir más hombres, pero a posteriori se usa la clasificación femenina para machi, esto es, la predominancia de mujeres en este desempeño, merece la pena destacar las palabras del profesor Quidel Lincoleo (2016) en lo que respecta a las cuestiones puramente sociales que también influyeron en su determinación:

<<De retorno al asunto, puedo decir que otra causa de la disminución del número de machi varones fueron las guerras. En ellas cumplían rol de "pelón" (personas con capacidad de clarividencia). Los "pelones" participaban activamente de las batallas, de ahí que muchos murieran. Así empezaron a prevalecer las machis mujeres. Luego, a partir del siglo XX han reaparecido los "wenxu machi" (machi hombres).>>

Además se produjo un aumento de machis con las necesidades de obtener buenas cosechas tras tiempos difíciles. Nos referiremos a los/las machis en femenino, simplemente por cuestión de su mayor número.

Cuando alguien es descubierto o auto-descubierto como machi, normalmente mediante una autoiniciación a través del primer sueño en que se manifiestan sus capacidades, comienza su preparación, a título personal o comunitario, y tiempo después se traslada a vivir de modo solitario con un machi mayor, que le enseña, en un espacio de tiempo señalado por su propio ritmo, todos los secretos que necesitará en su nueva misión.

No existe una ortodoxia en el desarrollo de los rituales ni prácticas machi. Pero sí aprenderá los remedios que pueda obtener de la medicina natural-lawen-, y distinguirá entre los cuatro tipos de hierbas: las llamadas plantas fuertes, Weychafeke Lawen, consideradas muy poderosas, y las débiles, Füshku lawen, de efectos más ligeros.; y entre las rukake lawen, plantas de uso cotidiano y las reke lawen, más difíciles de encontrar y con propósitos más concretos. Cuando un individuo de la comunidad se especializa en la preparación de infusiones, recibe el nombre de machifes y lawentuchefes. También se aprendía acerca de emplastes y sangrías, así como el uso de aguas termales.

Existían también prácticas medicinales que no necesariamente debía desempeñar alguien con cargo de machi: eran los médicos empíricos de los pueblos. Por ejemplo, los conocedores de los huesos, los ngutamchefes, encargados de la sanación de las lesiones física, o lo que desarrollaban el diagnóstico -willentún- de enfermedades a través de la orina del enfermo. Existían quienes diagnosticaban las enfermedades foráneas, que trajeron los españoles, y había conocimientos profundos de cirugías sencillas, ya que a pesar de su actual situación, eran un pueblo guerrero.

Aprendía adivinación -pelomtún-, que se desarrolla mediante diversas técnicas, la mayoría de ellas de corte geomántico, arrojando varillas, semillas u otros objetos y obteniendo respuestas de las figuras que forman al caer, sobre la base de unos conocimientos secretos acerca del sentido de sus distintas posibilidades y combinaciones. Asimismo, la interpretación concreta de los sueños o visiones que tendrá en adelante, y de los que podrá extraer sabiduría. Y en general, aprendía a desarrollar todos los rituales, no necesariamente religiosos (podría decirse, mágicos), a través de los cuales podrá utilizar sus poderes. Conocen también los métodos para entrar en trance mediante danzas y música, y poder contactar con los espíritus.

Regresará para la ceremonia de ordenación, donde será reconocido como una auténtica machi en el machiluwün. En esta celebración se instaurará un nuevo rehue o tótem-altar que servirá en sus futuras ceremonias y señalará su linaje y territorio.

La finalidad la machi es siempre benéfico, es auxiliar a su comunidad, a través de las revelaciones recibidas y las curaciones o rituales curativos que puede ejercer para purificar a su gente, como el machitún o mapundugún, donde la machi invocaba a los antepasados, que viven en un mundo superior a este, el Weg Mapu, para que le revelen los motivos de la desdicha o las causas de la enfermedad, y de esta manera poder remediarlas. Para ello sube de manera respetuosa los escalones kemu-kemu de sus altares rehue, realiza ofrendas florales, normalmente de canelos, el árbol sagrado -que casualmente tiene unos enormes poderes medicinales por su acción purificadora y sus altos niveles de vitamina C- , a los espíritus, y entra en trance ayudada por los ritmos de los instrumentos tradicionales, y una vez despierte, revelará lo que le haya sido comunicado.

Aunque los mapuches creen en un Espíritu Creador Superior, Ngenechén, -difícil de dilucidar si influido o no por la comparativa con el Dios cristiano, -no desdeñan la existencia de seres espirituales mucho más cercanos a ellos. En este caso, los espíritus que ayudan a las machi en sus tareas son los Ngen, espíritus primordiales de la naturaleza, y los Pillán y Wangulén, espíritus benéficos masculinos y femeninos, respectivamente, considerados los primeros ancestros mitológicos, pero también los propios antepasados cercanos que hayan llevado una vida admirable. Esta vida debe regirse por el Admapu, la ley identitaria de los mapuches, que se define por el conocimiento de la interacción con la naturaleza y el equilibrio cósmico, el respeto a los espíritus y los antepasados, la búsqueda del bien de la comunidad y la obediencia jerárquica en los casos de crisis o guerra. Romper las leyes implicaba romper a la par el orden cósmico y provocar males mayores más allá del malestar de la sociedad. Este malestar se manifestaba en la forma de enfermedad, malas cosechas, desastres naturales... detrás de ellos siempre había un malhechor capaz de provocarlos.

- Kalku

Aquí entra en juego la figura contraria a la machi, el kalku. Llegados a este punto, podríamos identificar, desde el punto de vista occidental y el propio juicio de los cristianos que llegaron a las tierras araucanas, lo que sería la figura mágica, claramente positiva, de la machi, y la que será su contrapunto, el kalku, equivalente al brujo o bruja, en su sentido más perverso.

A pesar de que el número de kalku identificados suele ser mayoritariamente femenino (no es novedad que en la brujería la mujer siempre salga señalada), lo cierto es que es mencionado por su genérico masculino, ya que la distinción de sexos no es ni era tan diferenciada como en el caso de la machi, de modo que, a pesar de todo, trataremos al kalku en masculino.

Si bien sus inicios son semejantes a los de la machi, al igual que sus poderes, el kalku transgrede el Admapu al salirse de sus preceptos y utilizar sus capacidades para su propio bien e hiriendo al resto. Entre estos deseos comúnmente se encuentran el poder y la riqueza, así como la venganza, que se manifiesta a través de eventos que rompen el orden natural de las cosas, pero también puede tratarse de frustración de un o una machi frente a una limitación de poder y deseo. La segunda característica que lo define es que no se encuentra auxiliado por espíritus benéficos, sino maléficos, llamados wefuke, que los cristianos no tardaron en identificar con el diablo o los demonios. Este tipo de espíritu puede haberse heredado, como ocurría con la buena voluntad de los antepasados machi, pero de antepasados kalku.

Un wefuke es la encarnación de todo lo malo, desde un mentiroso hasta un asesino, son espíritus malignos sin propósito alguno fuera de causar males. A veces actúa por libre, otras veces, enviado por espíritus buenos para castigar, y en muchas ocasiones se alía con un kalku. Sin embargo, el kalku es totalmente libre, no se encuentra engañado ni poseído por dicho ser. Se trata de una relación "do ut des", donde el wefuke hace daño gracias al kalku, y el kalku consigue sus propósitos a través del wefuke. El espíritu se alimenta tanto de los malos sentimientos que desprende el kalku, como del sufrimiento que causa. El alcance del poder de los wefuke es semejante al de los demás espíritus, en ocasiones mayor, y que se encuentra auxiliado por las artes mágicas del kalku, que a su vez recibe una dosis extra de poder por aliarse con el espíritu maligno. Un wefuke puede introducirse en cuerpos ajenos y causarles enfermedades, así como al entorno, mediante acciones aparentemente inocuas como la expulsión del aliento o la alimentación. Asimismo, puede capturar las almas de los difuntos cuando éstas aún no han logrado reunirse con el resto. De este modo el kalku se puede beneficiar de la nigromancia y de ese mismo espíritu, esclavizado, para provocar otras malas acciones.

Pero el mal en el que el propio kalku se introduce es en la necesidad de fijar su contrato con el wefuke mediante un pacto de sangre, que implica la entrega de un pariente o persona cercana al kalku, aunque este hecho puede ir salvándose mediante otros tejemanejes que el kalku realice con sus artes y con otros hechiceros.

Sus conocimientos sobre medicina natural se convierten en el desarrollo de pócimas que privan de la libertad y venenos, como el uso del Palo de Brujos, y otras plantas solanáceas, con efecto narcótico y en altas dosis, mortales. Son conocedores de múltiples hechizos relacionados con la destrucción y la esterilidad, como el uso de huevos sin yema o podridos, de los que se dice que contienen malos espíritus. Este tipo de "magia negra", como gusta denominarse por el mundo moderno, recibe el nombre de kalkutún.

La vida de un kalku se define por su degeneración. Su vida no-mágica se resume en el juego, la bebida, el baile y la orgía. Se dice de ellos que viven apartados de la sociedad, como no puede ser de otro modo, pero no en casas comunes, sino en cavernas y otras zonas de difícil acceso, protegidas por seres como serpientes o el Invunche - un ser humano deforme, a veces los propios hijos destrozados del brujo, guardianes de dichas cavernas o reni. Los kalku visten de oscuro y rondan lugares cargados de odio y tristeza, como campos de batalla o cementerios, donde alimentan y utilizan al wefuke. Ellos mismos, cuentan las leyendas, pueden adoptar la forma de animales nocturnos y considerados de mal agüero, como aves negras o zorros. Al igual que las machi, toman a su cargo discípulos que antepongan sus deseos al bienestar de su pueblo, y pueden aceptar "encargos" externos siempre que sus propósitos coincidan y saque algún beneficio, de modo que tampoco son ilocalizables.

Por otra parte, la superstición general de los araucanos respecto de estos individuos malvados implica evitar todo contacto con ellos: no aceptar sus regalos ni comida, ni siquiera el saludo, y si se sospecha de ello, limpiarse y purificarse como mejor convenga. Esto es porque cualquier pequeño objeto o parte de sí que el brujo o bruja deje en un individuo le servirá para manipularlo. La forma más común es una pequeña astilla o herida, "las flechas del wefuke", mediante las que extraerá su sangre.

Las víctimas comunes, se cree, suelen ser gente rica o personas con cierto nivel o poder dentro de sus círculos, no sólo por los beneficios que pueda obtener el o la kalku, sino por el beneficio que obtendrá el wefuke de su entierro, donde habrá muchísima gente para contaminar.

- El enfrentamiento

Los mapuche comprenden que la vida y la muerte son ciclos necesarios. Sin embargo, la enfermedad parece aterrarles a un nivel superior, ya que es una ruptura del equilibrio de su cuerpo y de lo natural en general. Entonces, parece evidente que una de las mayores funciones del o la machi sea la restauración del equilibrio y la curación de la enfermedad, y, por otra parte, que uno de los mayores efectos y propósitos del kalku sea causarla. De este modo, ante la sospecha de un kalku destrozando el orden, siempre será necesaria la presencia de una machi que lo repare, a través del machitún antes mencionado, averiguando el origen de la enfermedad, utilizando sus conocimientos de herbología para sanarla, y utilizando la adivinación tanto para las curaciones como para conocer al kalku malhechor y cómo ahuyentarlo o vencerlo.

Las machis se encargan de la preparación de contravenenos, y se ayuda con ritmos sanadores concretos con los instrumentos tradicionales, que provocan el alejamiento de los espíritus malévolos, y la utilización de piedras amuléticas. Estas piedras suelen ser minerales que se consideran de por si poderosos, aunque las machis de la actualidad suelen ritualizarlas, introduciendo en ellos las virtudes mágicas que les interesan según el caso, y así son vendidas y utilizadas. Pueden ser amuletos puntuales para evitar un mal o curar una enfermedad, o talismanes permanentes para la protección de una persona o un hogar. También pueden utilizar piedras recogidas de lugares concretos, como fuentes naturales, consideradas sagradas o mágicas. Conocen además movimientos y expresiones concretas para invocar el auxilio de los espíritus.

El enfrentamiento suele ser de sus artes, no de sus personas. Sin embargo, cuando se identifica a un kalku, éste puede ser castigado físicamente por la comunidad dañada, siendo su castigo mayor la muerte quemado, a la manera de una hoguera. Esto provocó que los españoles enseguida pudieran hacer una distinción clara de la machi frente al kalku, ya que aunque utilizase la magia, la machi siempre era benéfica, mientras que el kalku realizaba actos malvados y recibía castigos semejantes a los de la brujería europea, y así quedaban las descripciones generales. Empero, aún así mostraron muchos recelos al hecho de que se pudiera acusar y condenar así sobre la base de otro acto mágico, como era la adivinación del o la machi. Los araucanos no se dejaban llevar ciegamente por las predicciones de la machi, sino que también era convocada una asamblea donde tomar pruebas y escuchar testimonios, en los que hay episodios donde los kalku reconocen abiertamente sus actos.

Pero no todo era tan evidente en esa dualidad bien-mal: muchos puntos no quedaban claros ni para los estudiosos ni tampoco a los ojos de los conquistadores. En la Guerra de Arauco tuvo lugar el sacrificio ritual de los prisioneros españoles, cuyos compañeros quedaron evidentemente horrorizados... pero aquello aún podía comprenderse mejor que el sacrificio de ciertos individuos de la propia comunidad mapuche con la finalidad de calmar un desastre natural. Mucho más complejo era justificar los casos concretos de antropofagia, donde el humano se zoomorfizaba ritualmente. Estos actos no eran tan puntuales como se quiso registrar, y rompían totalmente la idea de una magia buena y pacífica y una mala y violenta, aún más a ojos de un mundo de moral y costumbres cristianas.

La mayor parte de estas prácticas violentas quedarían relegadas, pero la indistinción de magias permanece en la actualidad, siendo criticadas independientemente de sus finalidades, tanto en el entorno de Sudamérica y de casi todo el mundo occidentalizado cristiano. El papel de machi en las sociedades mapuches se ha tratado de reducir a un papel religioso sacerdotal de ámbitos reducido, para que su continuidad no se viera afectada; esta desde luego no ha sido la solución, ya que el o la machi cumplen el sentido mágico de manipulación y no de espera de la divinidad. Por suerte para ellos, en toda Latinoamérica no se ha perdido el deseo de mantener tradiciones indígenas, y ello implica la permanencia de ciertos ritos discretos y esotéricos en las sociedades foráneas, y la atención en las sociedades mapuches al desarrollo abierto de este tipo de acciones, que ayuda a su vez a evitar la pérdida de parte de su identidad cultural.

Pietro Viktor Carracedo Ahumada - pietrocarracedo@gmail.com

Bibliografía:
- Benjamin, W. Juicios a las brujas y otras catástrofes. Radio para jóvenes. Trad. Ariel Magnus. Hueders/Interzona. Santiago de Chile. 2014.
-Casanova Huardas, H. Diablos, brujos y espíritus maléficos. Chillán, un proceso judicial del S.XVIII. Universidad de la Frontera, Temuco, 1994

- Rodríguez, J.M., Quidel Lincoleo, J. Discusión sobre la presencia de la brujería europea y del chamanismo mapuche en un relato de Marta Brunet. Acta literaria 53, 2016

-Trivero A., Trentrenfilú, Proyecto de Documentación Ñuke Mapu. 1999


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